Jesucristo es el Evangelio. Las buenas nuevas son reveladas en Su nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión. La crucifixión de Cristo es el corazón del Evangelio, Su resurrección es el poder del Evangelio y Su ascensión es la gloria del Evangelio. La muerte de Cristo es un sacrificio en sustitución nuestra y también es propiciatoria ante Dios por nuestros pecados. Su sacrificio en la cruz satisface las demandas de Su justicia santa y aplaca Su ira santa. Asimismo, Su sacrificio en la cruz es evidencia del amor incomprensible de Dios, así como de Su asombrosa gracia hacia el hombre. Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres no habiendo otro nombre por el cual los hombres puedan ser salvos. En el corazón de toda sana doctrina está la cruz de Cristo y el infinito privilegio que toda persona redimida tiene de glorificar a Dios por lo que Cristo logró en la cruz. Por lo tanto, queremos que todo lo que tome lugar en nuestro corazón, iglesia y ministerios, surja de y esté relacionado con la cruz.